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viernes, 4 de marzo de 2011

FAKTOR ARTE



LA PRIMAVERA DE BOTTICELLI

Es una pintura sobre paneles de madera (temple sobre tabla) de dimensiones de 2.03 metros x 3.14 metros, pintada alrededor de 1478. Podemos admirarlo en la Galeria Uffizi en Florencia, Italia. Fue encargado por dos de los hermanos Medicis: Lorenzo y Giovani de Pierfrancesco e ilustra un poema de Poliziano dedicado al reino de Venus.
La decoración de La Primavera es un prado semicircular donde abundan las hierbas y las flores pintadas sobre un fondo oscuro, pequeños jacintos, arándano, iris, claveles, margaritas entre otras. Naranjos salpicados de flores blancas y frutos dorados rodean la pradera. Frente al mirto, planta tradicionalmente sagrada para ella, se encuentra de pie Venus, en la cabeza lleva violetas, aciano y fresas silvestres, alrededor del cuello una corona de mirto, en el manto rosas y esparciendo va precisamente, nomeolvides, jacintos, iris, siemprevivas, clavellinas y anémonas.
De esta forma es el jardín de Venus asimilado en la imaginación de Botticelli o el Jardín de Hespérides que dio su titulo a la pintura en los inventarios de los siglos XVII y XVIII. La mitología sitúa el jardín de Hespérides al occidente, es ahí donde crecen las manzanas de oro dedicadas a Venus, custodiadas por las Hespéridas, hijas de Atlas y por un dragón.
En la época Helenística los frutos de oro fueron identificados como cítricos, totalmente exóticos en el mundo greco-romano pero comúnmente aceptados en el Renacimiento Italiano. Las flores y las naranjas indican que estamos en Primavera y más precisamente en mayo, el mes de primavera por excelencia, los naranjos se levantan sobre un prado y aún si ellos se encuentran demasiado juntos, como para dejarnos ver realmente el paisaje, vemos al extremo derecho montañas azules, un río a sus pies, y un valle verde olivo, mientras que al otro lado vemos el mismo plano del valle con montañas menos elevadas.
Para el renacimiento, una mujer enamorada y casada encarna la diosa del amor y del matrimonio, su posición arqueada le da un vientre prominente que la hace considerarse como una mujer muy bella y favorecida para el siglo XV.

Su amplio vestido blanco ornamentado de una corona sobre el pecho y de flamas y rayos dorados bordados en el cuello del vestido simbolizan sin duda el fuego del amor.
El collar es una media luna de oro con incrustaciones de rubíes, que recuerdan el halo radiante, como la luna que Afrodita porta en los himnos Homéricos y una cinta en la cabeza sobre su velo transparente (Tocado regularmente utilizado por las mujeres casadas del siglo XV). Ella levanta su mano derecha hacia las tres Gracias, (llamadas Aglaia, Talia y Eufrosina) para llamar la atención de lo que hace su hijo Cupido, niño rubio de alas blancas, quien aparece con los ojos vendados con una tela blanca y que dispara una flecha en flamas sobre la primera Gracia de la izquierda.
Flora es adorada por los Sabinos, es la divinidad de las Flores y de la Primavera, con el fin de explicar esta atribución Ovidio unió Flora a un mito griego y la ha comparado a la ninfa Clori, que Zephyr desposó dándole todos los poderes de la floración de la primavera.
Zephyr, personificación divina de la primavera aporta el frescor y la lluvia que benefician los climas brumosos de Italia. Hombre joven alado que se desliza suavemente en el espacio y anuncia la húmeda primavera. Este se une a Cloris, diosa de la vegetación nueva y da a luz a su hijo Carpos, el fruto.

LA TÉCNICA PICTORAL DE BOTICELLI

El cuadro está constituido en dos planos:
El primero con los personajes en claro.
Y el fondo que parece estar solo ahí para poner en valor a los personajes.
Botticelli, al contrario de sus contemporáneos, le da poca importancia a la perspectiva, pero mucha a las líneas y los colores.
El paisaje no presenta ninguna línea de fuga, a excepción de dos claros entre los naranjos (a la derecha y a la izquierda) y se detiene sobre los verticales de los troncos. El ritmo de los troncos encuadra a Venus, ella misma dispuesta sobre un fondo de hojas oscuras para hacer resaltar mejor la claridad de su persona, podemos pensarla como una estatua de una diosa antigua a la imagen de las veneradas en los templos posadas en los nichos.
Botticelli ha querido subrayar la divinidad de Venus con una aureola de un medio círculo en el cielo como el símbolo de la bóveda de un templo, donde los troncos de los naranjos representan las columnas.
Por otra parte, la perspectiva, voluntariamente secundaria, se encuentra en los personajes que no están en volumen, como lo hacen numeroso pintores del Renacimiento como: Piero della Francesca, Mantegna, pero en colores y líneas principalmente.
Lo sorprendente es el contraste entre los personajes y el paisaje oscuro que está ahí para resaltarlos. El paisaje principalmente en verdes oscuros, es rítmico, en la parte superior gracias a los círculos de los naranjos, abajo por las flores y en medio por las bandas de cielo azul.
Los personajes de Botticelli impresionan por sus largas siluetas (Hay más de 8 veces la talla de la cabeza en el cuerpo, contra 7.5 en general) Eso da una impresión estilizada y de frágil femineidad, las formas son ligeramente sinuosas (las manos son muy importantes en una pintura, casi tanto como el rostro).
Parecen como seres de luz en el paraíso, en efecto, ni la oscuridad del bosque, ni el volumen de sus cuerpos produce sombras , sostenidos en la silueta de su maravillosa presencia, no hay sombras tampoco en su cuerpo, si acaso algunas pequeñas hierbas tímidas en sus pies.
Solo Zephyr se desliza discretamente entre los árboles.
Las figuras de las mujeres tienen todas el mismo tipo: Ovalo alargado, nariz recta, boca carnosa y ojos almendrados, el cabello es tratado por mechas, muy bien delimitadas por una línea oscura, sus expresiones parecen ingenuas y apacibles. El pintor les ha transmitido toda su admiración por el misterio de la fragilidad de la mujer.

Los hombres son relegados a las extremidades del cuadro y visiblemente Botticelli se interesa menos, no hay mucha importancia en la búsqueda de la línea y tampoco en el rostro ideal, como en las figuras femeninas, parecen estar ahí para hacer resaltar a estas últimas precisamente.
La luz viene de la izquierda, sin embargo todos los cuerpos se caracterizan por trazos oscuros sobre fondos claros (Los brazos de las tres Gracias) las muselinas transparentes de las tres Gracias es tratado con ondulaciones más claras.
En cuanto a los colores, se pueden distinguir tres gamas, donde el rojo aparece sobre las divinidades (Mercurio, Venus y Cupido) sobre un tono frío como el verde y los azules que resaltan la importancia de estos tres personajes, así como el personaje de Flora en primavera y el azul de Zephyr que hace hincapié en el lado derecho del cuadro.
En conclusión por el tema del cuadro,  que privilegia las líneas sinuosas y los colores frescos, así como el gusto por los detalles, nos da en general una impresión de gracia completamente femenina.
En el cuadro “La Primavera”, Botticelli exalta el misterio de la mujer y del Amor.

PRISCILLA WAGNER.